jueves, 11 de octubre de 2012

La espátula, un ave manifiestamente “indecisa” cuando tiene que “ahuecar el ala”

Y… otro motivo por el que dejan las patas “colgando”


No pretendemos ahora hacer una interpretación antropomorfa del comportamiento migratorio de este ave tan fascinante. Pero la “indecisión” es obvia y además frecuente, tras estudiar cientos de bandos sobre la playa de La Barrosa. Esta, por su longitud y la situación de la Torre del Puerco –nuestra atalaya más ventajosa-, posibilita largos minutos de observación que así lo evidencia.

La “indecisión” a la que nos referimos, acontece cuanto en su vuelo hacia África parecen no saber por donde dirigirse. De hecho, no pocos bandos, de composición grupal amorfa y generalmente formados por un buen número de aves inmaduras, al aparecer al norte de la playa, se desvían hacia el mar o hacia tierra en un deambular sin destino aparente. Incluso, sin presentar una formación de bando mínimamente estable, y que en determinados momentos, también disgrega individuos que se separan y vuelven a juntarse. En ocasiones, además ciclan durante largos minutos y gran altura sobre tierra.

Este comportamiento nos sigue dejando perplejos, aunque siempre terminan estos bandos, “encontrando el camino” por así decirlo. Pero ya, con una formación de las que llamamos “más estables” y que son las “V” simétricas o asimétricas, y especialmente cuando son las lineales longitudinales o transversales. Estás dos, las más frecuentes cuando albergan un gran número de aves (100 a 200).

Creemos que el origen de las indecisiones radica en dos causas. La primera, cuando en el frecuente cambio del turno en liderazgo en las formaciones, aparecen pollos del año de manera muy continuada. Y la segunda, cuando las nieblas o las muy usuales brumas marinas, ocultan el Cabo de Roche –hito geográfico del salto a África de la especie- en la que creemos, una más que evidente migración de referencias visuales aprendidas. En ambos casos, el tiempo empleado durante el vuelo sobre la costa se antoja mucho más largo. Aún cuando son todavía especulaciones, las migración de la espátula en este “pasillo migratorio” solo la detiene el viento del SE, las nieblas en sus lugares de concentración previos al vuelo, las tormentas y las bonanzas climáticas (muy altas temperaturas).

Abundando más en este comportamiento que hoy relatamos, queremos referir también que el hecho muy frecuentemente observado, de volar durante largos minutos con las patas “colgando”. Parece no deberse exclusivamente a la necesidad de termorregulación ya apuntada en un anterior capítulo de este blog. Sino que posibilita también una suerte de “aéreo-freno” que facilita la cohesión del bando y mantenimiento de la posición individual en el mismo. Ello y en muchos casos, conlleva además el arqueado trasversal (combado de las alas), tal como si las ahuecaran. Aquí recordamos la frase hecha en castellano, del titular de la entrada de hoy…y que significa, ni más ni menos, que el marcharse de un lugar.


Foto: Rubén Rodríguez



Foto: Rubén Rodríguez

Una reflexión más. Las alas de las espátulas tiene un “índice de aspecto” (relación entre longitud y anchura) medio. Es decir, no son demasiado largas respecto a su evidente anchura. Esto las posibilita un “vuelo mixto”, exactamente “batido” y “planeado”, pero también espumar el mar o ciclar muy altas como las rapaces. Poder volar muy lentamente ahuecando el ala y dejando bajas las patas o velozmente alcanzar los 100 Km/h. En definitiva, una prodigiosa polivalencia. Verlas día a día, es cualquier cosa menos algo monótono, generando una seductora atracción a su contemplación. En una reciente carta recibida de Michael Smart, asistente al Spoonbill Workshop de Cantabria 2012, leímos unos términos con los que nos sentimos identificados: Plataleomaniaco y Plataleofilia …



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